Por supuesto, más importante es respirar aire limpio para los pacientes de cualquier tipo de enfermedad respiratoria crónica, ya que puede agravar los síntomas o provocar la aparición de otras patologías como asma o EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). 

La mayoría de las partículas nocivas para nuestro organismo son producidas por la propia actividad humana, y su presencia se ha disparado en el último siglo debido al estilo de vida que ha adoptado la sociedad. Entre ellas se enmarcan el dióxido de carbono y las partículas diésel que emiten los vehículos, el humo de las industrias o los sistemas de calefacción domésticos, los pesticidas con los que se tratan los cultivos e incluso los que emiten los productos de limpieza que empleamos a diario en nuestros hogares. 

¿Cuándo  podemos decir que el aire está limpio? 

La OMS ha actualizado sus pautas, y ahora son más estrictas que las estipuladas en 2005. El umbral de seguridad de dióxido de nitrógeno es ahora de 10 microgramos por metro cúbico en lugar de 40 al año; para el monóxido de carbono se recomienda un aire que no contenga más de cuatro miligramos por metro cúbico al día; y, en el caso del dióxido de azufre, la OMS ha relajado su guía estableciendo el límite hasta los 40 microgramos por metro cúbico al día. 

Estas son las últimas recomendaciones para el aire que respiramos elaboradas por la OMS en 2021 para preservar nuestra salud: 

  • Dióxido de nitrógeno:máximo de 10 microgramos por metro cúbico/año.
  • Ozono: máximo de 0,1 miligramos por metro cúbico/año.
  • Monóxido de carbono: máximo de 4 miligramos por metro cúbico/año.
  • Dióxido de azufre:40 microgramos por metro cúbico/24 horas.
  • Partículas PM2.5 y PM10: máximo de 5 y 15 microgramos por metro cúbico/año respectivamente. 

¿Cómo respirar más aire limpio?

Podemos tomar medidas de gran impacto para nuestra salud en el trabajo y en el hogar

En nuestros domicilios, estamos expuestos habitualmente a contaminantes biológicos como el moho, la humedad, el polvo o el amianto. Y podemos mantener a raya dichas emisiones mejorando la calidad del aire interior. 

La Calidad de Aire Interior (CAI) se ve afectada por factores internos y externos del edificio, que pueden perjudicar nuestra salud en mayor o menor medida. Existen varios tipos de contaminantes como los derivados del mobiliario y el barniz empleado, los productos de mantenimiento, el propio CO2 que procede de la respiración de las personas o los gases de motores y actividades agrícolas o ganaderas.

 

¿Qué podemos hacer en el hogar y el trabajo? FEANER hace las siguientes recomendaciones: 

  • Ventilar adecuada y periódicamente las estancias. La ventilación diluye los contaminantes hasta niveles inferiores a la percepción humana y a los considerados perjudiciales. 
  • Vigilar qué productos de limpieza empleamos, ser conscientes del peligro que experimentamos al inhalar los gases que emiten y elegir, a ser posible, alternativas menos nocivas como jabones neutros, ácido acético o bicarbonatos. 
  • Evitar productos que incorporen contaminantes debido a su formato en spray. 
  • Evitar productos químicos de limpieza muy potente; no son necesarios y conllevan un riesgo elevado. 

¿Cómo purificar el aire? 

No siempre podemos tener las ventanas abiertas durante horas cada día, sobre todo en invierno, época del año en la que, además, la exposición a gases nocivos derivados de los sistemas de calefacción es mayor; y tampoco es el método más óptimo para mejorar la calidad del aire que respiramos, siendo los sistemas de ventilación de doble flujo una buena alternativa en su mejora. 

Diversas entidades internacionales incluyen la filtración de partículas como una práctica muy beneficiosa para mejorar la calidad del aire que respiramos. Estos sistemas, reducen la presencia de ácaros, polvo, polen, humo de tabaco e incluso bacterias y virus. Lo hacen captando el aire y conduciéndolo a unos filtros que retienen las partículas para devolver ya limpio a la estancia en que se encuentran. El tipo y la calidad de estos filtros determina la efectividad del mecanismo. 

Sistemas de ventilación con filtro MERV: acompañado de las siglas suele venir un número, que hace referencia a su capacidad de filtrado. Por ejemplo, los filtros MERV6 solo serán capaces de filtrar eficazmente partículas de polvo y polen, mientras que los MERV13 pueden llegar a atrapar bacterias y los virus de mayor tamaño. Su poder de filtrado es menor que los HEPA, que necesitan más energía para funcionar, aumentando considerablemente su consumo energético. 

Sistemas con filtro HEPA: son sistemas de alta eficacia que eliminan hasta el 99,97% de todas las partículas de menos 0,3 o más micras de diámetro. En el etiquetado se indica su potencia y eficacia de filtrado, que puede llegar a las 0,12 micras, y suelen estar reservados para estancias específicas como ciertas partes de un hospital. 

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